A pocos metros de la costa de Almería hay otro mar. En él no hay agua, aunque desde los satélites lo pueda parecer. Sus frutos no son marinos, pero están igual de deliciosos, y viajan a lo largo y ancho del antiguo continente deleitando el paladar de los europeos.
Imaginemos que tú o yo pudiésemos llegar al espacio. Traspasar la atmósfera y observar nuestro planeta desde la distancia. Veríamos muchas cosas, la mayoría de ellas azules o verdes, pero solo podríamos apreciar una obra hecha por el ser humano. Blanca e inmensa, situada en el sur-este español.
Se trata del mar de plástico, la famosa extensión de invernaderos que inunda el poniente almeriense. La imagen blanquecina se ha integrado en el paisaje del Cabo de Gata, entre playas maravillosas y aguas turquesas. Es un atractivo más, despertando el interés por sus extraordinarias dimensiones, y sus exquisitos frutos conforman una gastronomía riquísima.
Un mar de plástico de 30.000 hectáreas
En total son 30.000 hectáreas (lo equivalente a 30.000 campos de fútbol) de invernaderos. En cada uno de ellos se cultivan tomates, pimientos, pepinos, berenjenas, calabacines, melones o sandías. Un producto que, tras salir de estas tierras, acabará probablemente en la mesa de algún alemán, francés, holandés o británico en forma de guarnición o de ensalada, ya que más del 65% se exporta a esos países.
Pero, ¿qué pasa hasta llegar a ese punto? ¿Quién son los agricultores del poniente almeriense y cómo trabajan? La duda nos asaltaba la cabeza y Ángel Capel, productor en la zona desde hace más de veinte años, nos abrió las puertas de su finca para resolverla.
Especialista en tomates
Era pleno mes de febrero, con cielo sereno y sol a la vista. Poco frío, aunque el suficiente para apreciar el cambio una vez dentro del invernadero. Más calor, menos luz y un aroma esparcido de tomates. Solo tomates. La especialización es lo habitual en los invernaderos del Cabo de Gata. He ahí la primera clave de la producción en el levante y poniente almeriense. Los agricultores se centran solo en un cultivo. “Yo no sé hacer un pimiento, ahí está la gracia para que el producto sea de calidad”, nos cuenta Ángel.
Pero de tomates sí entiende. Tras años dedicándose al tomate rama, ahora también apuesta por la preciada variedad Raf, una de las más características de la región. “El tomate que comen los futbolistas del Barça y del Real Madrid”, bromea Capel, en referencia a su elevado precio de venta, llegando a venderse por 25€/kg, aunque su precio real oscila entre los 7€/kg y los 10€/kg.
Trabajo de sol a sol
La rutina de un agricultor en el mar de plástico va de la finca a la Subasta de Hortalizas y de la Subasta de Hortalizas a la finca. “Eso es la guerra, porque estás vendiendo en un mercado donde cada día hay dos millones de tomates y la competencia es inmensa”, expresa Capel. Ahí lo adquieren los mayoristas, que se encargan de distribuirlo a los comercios.
“Los que venden estos tomates no somos los que lo cultivamos”, denuncia el agricultor, “son gente que están con su teléfono móvil y simplemente se dedican a hacer la gestión, comprando a un precio bajo y vendiendo altísimo”. Al final, Capel ha decidido revertir la situación. “Nosotros queremos cambiar eso, tener contacto directo con el cliente nos permite que la relación calidad-precio sea acorde a lo que el consumidor debe pagar. Un gran tomate Raf rondaría los 4€/kg y los 7€/kg”, añade.
Con ese propósito impulsó Nuestro Raf, una empresa “creada en base a dos aspectos de suma importancia”, argumenta el productor local, “calidad y honestidad”. Por eso se dirigen personalmente al comprador por Internet, ya sean particulares o restaurantes.
El buen Raf
Existen muchos productores que cosechan el tomate Raf y hay también diferentes calidades dentro de la propia variedad. “Podrías ir a comprar, tener dos tomates Raf de Almería al mismo precio, pero que uno fuese bueno y el otro no, y quizás elegirías el malo”, nos desafía el agricultor. “Es normal que sea así, pero nos gustaría cambiar la situación, que la gente sepa qué tomate es bueno”, prosigue.
Se puede diferenciar entre dos tipos de tomates Raf: el Dumas y el Delicias. Los factores que influyen en la calidad de cada uno de ellos son el agua, la tierra, el clima y el manejo. Entre todos ellos, no obstante, destaca la salinidad del agua. “Cuanta más, mejor”, sentencia Capel.
El coste de ser agricultor
Si te apetece husmear por el laberinto de callejuelas que componen el mar de plástico, verás que hay distintos tipos de invernaderos. Diferentes formas, materiales y calidades. La estructura que tienen la mayoría de ellos son la llamada raspa y amagado. “Este tipo es el más extendido y sale a 10€/m2. Hay otros mejores pero que son mucho más caros, moviéndose sobre los 15€/m2, y solo los tienen las grandes empresas, no los particulares”, indica Capel.
La diferencia de precio es alta, teniendo en cuenta las grandes dimensiones de una finca, ocupando una media de 10.000 m2. Aunque la gran inversión inicial es la compra del terreno, que oscila los 300.000 €. Cierran la lista de costes los 12.000 € que cuesta plantar toda una finca de estas dimensiones, consiguiendo una producción de 180.000 kg anuales.
Conduciendo entre finca y finca, también te cruzarás con paneles publicitarios que ofrecen blanqueamiento de invernaderos. “Se blanquea para que el invernadero esté más oscuro y se difumine más la luz para que llegue igual a todas las partes del tomate, dejando un color uniforme”, explica el agricultor.
Pasión por el trabajo
Se dice que los pescadores tienen un vínculo especial con el mar. De aquí que lo llamen “la mar” usando el determinante femenino, como si se tratara de su amante o su esposa. En el mar de plástico no hay marineros, pero los agricultores que trabajan aquí sienten una pasión semejante. “Cada tomate es como un hijo para mí, si le veo alguna herida me duele como si fuese propia y están cuidados para que salgan lo más cerca posible de la perfección”, reconoce Capel. De ahí que trabajen ininterrumpidamente hasta el verano, sin descansos ni festivos. Sin duda, el levante y poniente almeriense es una interesante manera de conocer mejor el Cabo de Gata. El aspecto colosal del mar de plástico, la delicia de sus productos y el ejemplo de sus agricultores.
INFORMACIÓN PRÁCTICA
Visitas interesantes
Invernaderos
Hay agricultores que ofrecen visitas a su invernadero para contar al viajero qué cultivan y cómo trabajan en el poniente almeriense. Una experiencia que suele culminar con degustación de productos típicos de la zona.
Subasta de Hortalizas
Es interesante visitar el lugar donde los agricultores venden sus cosechas para entender cómo funciona el sistema. Está abierta de lunes a sábado entre las 12h y las 13:30h y la entrada es gratuita.